es la puerta del corazón,
con un picaporte de hierro,
y un pomo de carbón.
Una saeta cortante,
saeta que nunca cesa,
en el aire polvoriento,
alejado del lamento.
El viento silba contento,
entre las olas surcando,
contra grandes muros chocando
con gran reposado talento.
Como un melancólico invierno,
que aborrece la furia y la y la calma,
que sella los ojos del alma,
en el breve momento del sueño eterno.
Como un tequila envainado,
como un sillón acomodado,
un ladrillo entre el cemento atrapado,
y un vacío que me llena.
Alzado cántico hermoso ,
naranja de otro color,
sentimiento gravemente herido,
y un puñal en mi pecho hendido.