Atardecer penumbroso,
de noche revestida,
con estrellas brillantes,
que parecen diamantes.
El día luminoso,
que las penas ahoga,
en la mañana tranquila,
que la tarde espabila.
Que recoge membrillo,
en a gusto silencio,
los piñones del pino,
que encuentro en el camino.
Álvaro García-Atance Gallo
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