jueves, 18 de junio de 2015

Silencio

He quebrado en mil pedazos la mordaza de mi alma,
he despojado de bozales a mis labios,
he abierto un manantial en mi garganta
del que brota lo que hay en mis carótidas,
he escrito junto a tu nombre el mío,
lo he tachado y lo he vuelto a escribir.
Me he despojado de todos los sonidos mundanos,
he tocado y he olido el Silencio.
Un Silencio que ha rasgado algo dentro de mí,
un Silencio que huele a entraña,
a sístole, a diástole, a líquido amniótico,
a esencia pura de la nada y del todo,
a esencia, a tierra mojada, a Dios.
En el estridente Silencio he gritado,
he gritado y he bailado como un loco
dando vueltas sin camisa alrededor de una fogata.
He gritado, y el eco de mis propias palabras
ha rezumado hacia mi interior.
Reivindico tu derecho a que el Silencio
explote también en ti.
Hasta que este silencio no te paralice
tú y tu mundo careceréis de vida,
-estaréis desesperadamente muertos,
como los habitantes de los tanatorios-.
Hasta que no escuches el silencio
no podrás sentir, no podrás sentirme,
no podrás entender, no podrás entenderme,
no podrás vivir.

Squila.

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